Jamás se habían ‘unido’ en un mismo acto hasta ayer en Tegueste. Una imagen que nunca antes se había visto: las seis Libreas que existen en Tenerife – Tegueste, Valle de Guerra, El Palmar, Buenavista del Norte, El Tanque y los Diablos de las Angustias de Icod – juntas en una misma jornada en donde se reunieron cientos de personas.
Una cita entrañable y que sirvió para plasmar en las calles teguesteras los grandes valores culturales y patrimoniales de estas manifestaciones, todo con motivo del V Encuentro de Libreas de Tenerife, una iniciativa vinculada a la celebración del V Aniversario del proyecto de gestión patrimonial Centro de Interpretación de la Casa Los Zamorano del Ayuntamiento de la Villa.
A los ritmos del tajaraste, los tambores de la Danza de las Flores o el paso firme de los milicianos, cada una de las Libreas fue desfilando por la calle Prebendado Pacheco de la Villa bajo la atenta mirada de los Barcos de Tegueste (Pedro Álvarez, El Socorro, San Luis y Tegueste), expuestos a lo largo del recorrido.
Diablos, ángeles, cristianos, turcos, bailadores, tamboreros, milicianos… todos iban desfilando hasta la Plaza de San Marcos. Primero fue la Librea de Las Angustias, seguida de la de Buenavista del Norte, Valle de Guerra, El Tanque, El Palmar y Tegueste. Ya en la plaza, cada una realizó una pequeña escenificación.
La primera en ‘salir’ a la plaza fue una de las novedades de este quinto encuentro, como es la Librea de los Diablos de las Angustias de Icod de los Vinos con su escenificación de la lucha entre el bien y el mal, representada en forma de baile. Durante la noche, el Diablo y la Diabla salieron a las calles teguesteras junto a sus gigantes y cabezudos divirtiendo a grandes y pequeños con su danza.
En esta librea se representa la lucha de las fuerzas del infierno contra el Arcángel San Miguel. Salen el diablo y la diabla acompañados de su corte de gigantes y cabezudos, para divertir a los vecinos al ritmo del tajaraste, para asustar a pequeños y grandes que danzan. Esta costumbre llegó a ser prohibida durante varias ocasiones porque se afirmaba que estimulaba la pérdida del fervor religioso. Pero estas prohibiciones no consiguieron terminar con estas costumbres que en la actualidad forma parte del patrimonio inmaterial de la ciudad de Icod de los Vinos.
Tras esta vino la de El Lugar de Buenavista del Norte. Esta volvió a representarse en 1998, gracias a la labor de recuperación realizada por el Grupo Folclórico de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. En la Librea de Buenavista del Norte, el objetivo es el mismo que la del Palmar, pero existen notables diferencias formales entre ambas. En la de El Palmar, el diablo va suelto; en la de Buenavista, una niña vestida de angelito lo lleva sujeto con una cadena. En la de Buenavista bailan tres hombres y tres mujeres.
Tras esta, la siguiente representación vino de la mano de la Librea de Valle de Guerra. Esta es una fiesta de celebración de raíces religioso-populares para exaltar a los soldados canarios que al mando del capitán Francisco Díaz Pimienta lucharon en la histórica Batalla de Lepanto (1571), y en honor a la Virgen del Rosario, a quien la tradición atribuye su intersección en la victoria de los cristianos frente a los turcos.
La siguiente fue la segunda novedad de este encuentro, la de los diablos en El Tanque, que son ya una tradición centenaria, según relatan los nonagenarios del municipio. En la escenificación fueron sólo dos: diablo y diabla, construidos con un armazón de cañas que forraban con restos de viejas telas y pieles de cabra. También utilizan los cuernos de estos animales y remarcaban algunos atributos, como unos exagerados labios pintados de rojo y el abultamiento en el pecho, que identificaban a la diabla, en una época de excesiva represión sexual, donde era inconcebible plasmar unos pechos de mujer al descubierto.
Éstos bailaron por las calles del pueblo y alrededor de la plaza, haciendo ruidos con cacharros y esquilones de animales, ocasionando bastante ruido y revuelo entre la gente que les rodeaba, especialmente los aterrados niños, que aferrados a sus madres y padres, veían como los diablos explotaban después de dar vueltas con los petardos y bengalas que llevaban encima envueltos en una nube de humo.
Tras esta, el turno fue para El Palmar. En su Librea, el bien, representado por los bailadores y el mal, encarnado por el diablo a quién se le prende fuego. Este recurso del fuego responde al carácter purificador de esta manifestación, sirviendo para ahuyentar y hacer desaparecer todos los males simbolizado por la figura del diablo.
La escenificación corre a cargo de tres parejas de bailadores compuestas exclusivamente por hombres, de los cuales tres se disfrazan de mujer, que con saltos y giros acentuados y los brazos en alto, danza al son del “tajaraste”, cuya música es interpretada por dos flautas y dos tambores, acompañados por la figura del diablo, la indumentaria del grupo de baile, los cuales llevan sus caras cubiertas por unos pequeños velos blancos, consiste en prendas con motivos florales y con una variedad de colores. Por su parte, los trocadores visten pantalón negro, camisa blanca y chaleco floreado.
Por último, llegó el turno de la ‘anfitriona’. La Librea de Tegueste, cuyo origen se remonta en torno al año 1600, nos acerca a las costumbres de aquél pueblo campesino y a sus raíces religiosos, culminando con un impactante espectáculo de luz y sonido, en la célebre batalla entre los barcos y el castillo.
La Librea de Tegueste, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), consiste en una especie de milicia mandada por un capitán que, junto con la danza y los navíos, desfilan en la procesión de la Virgen. Esta típica escuadra de tierra adentro marchaba por riguroso orden según la promesa ofrecida, del siguiente modo: el Barco de Pedro Álvarez en primer lugar, seguido del de Tegueste, y en último lugar, el de San Luis. El Socorro también rinde pleitesía de reconocimiento por la aludida merced, navegando todos sobre la carretera que el hombre del campo, con su yunta de vacas, ha arrastrado orgulloso hasta nuestros días.
Tras finalizar la representación de cada una de las libreas, se llevó a cabo un reconocimiento a cada una de estas manifestaciones, con la entrega de un diploma a sus representantes y un detalle del Ayuntamiento teguestero, bajo la atenta de mirada de cientos de personas y los miembros de la Corporación local, encabezados por el alcalde de la Villa, José Manuel Molina.
Este V Encuentro de Libreas de Tenerife es una iniciativa vinculada a la celebración del V Aniversario del proyecto de gestión patrimonial “Centro de Interpretación de la Casa Los Zamorano”, cuyas líneas de actuación se encaminan a poner en valor, conservar y difundir el patrimonio cultural de Tegueste, entre otros objetivos.