Los vecinos de Taganana y Almáciga no ven luz al final del túnel

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Los vecinos de Taganana y Almáciga no ven luz al final del túnel

Que el cierre del puente de San Andrés ha pasado factura a los vecinos de Taganana y Almáciga es una realidad. En pocos días han tenido que cambiar su forma de desplazarse y los empresarios han visto afectada su actividad y sus ingresos.

Negocios cerrados, terrazas de cafeterías vacías y bañistas que se cuentan con los dedos de una mano. Esta es la imagen que se percibe al pasear por las calles de estos núcleos poblacionales de Anaga después de que el pasado viernes el Ayuntamiento decidiera cerrar el puente de San Andrés por suponer su mal estado un peligro para los conductores que lo cruzaban (vecinos, transportistas, visitantes y turistas). La decisión la tomó el alcalde de la capital, José Manuel Bermúdez, tras conocer que un informe elaborado por los técnicos del Consistorio revelaba que la infraestructura se encontraba en peor estado del que se pensaba en un principio. Esto movió a Bermúdez a decretar una situación de emergencia y a pedir al Ministerio de Defensa que el Ejército de Tierra construyera una pasarela alternativa y temporal para que los vecinos que viven detrás del barranco tuvieran la opción de acceder a través de Santa Cruz.

Y es que desde el cierre del puente de San Andrés, la única vía que tienen los vecinos de estas zonas para llegar a Anaga es la carretera que va desde La Laguna, por donde se tarda cerca de una hora y media, y por la que no es fácil transitar. Es una carretera estrecha, con muchas curvas.

Aunque la respuesta de Defensa ha sido rápida y este lunes el Batallón de Zapadores de la Brigada XVI de Canarias, apoyado por la Agrupación de Apoyo Logístico 81, inició el montaje de la plataforma militar alternativa, los vecinos no están conformes. Creen que este puente, que entrará en servicio mañana o el viernes, llega tarde y mal, y que no resuelve los problemas de los vecinos, porque por él no podrán circular los vehículos pesados. Solo podrán hacerlo aquellos que no superen las 10 toneladas.

Además, creen que esperar dos meses para que el Ayuntamiento concluya las obras de rehabilitación del puente de San Andrés es mucho tiempo. Aseguran que su reforma es un parche, pues no es la primera vez que esta obra, construida en 1935, debe arreglarse.

Por estos motivos piden al Ayuntamiento que se construya un nuevo puente que garantice la seguridad y la movilidad de los residentes con cualquier tipo de vehículo. Además, han convocado una manifestación para el sábado día 24 en la que pedirán responsabilidades políticas, ya que aseguran que el Consistorio, conocedor de esta situación desde hace mucho tiempo, ha puesto en peligro sus vidas.

Mientras llega esta fecha, los vecinos insisten en que se sienten “engañados y ninguneados”.

Cecilia Siverio trabaja en un restaurante en Taganana y dice que no entiende “cómo el alcalde cerró el puente justo el pasado fin de semana. Todos estamos afectados, pero imaginen cómo estamos los hosteleros. Ya no sabemos qué hacer”. Cuenta que “la gente que se iba a trabajar a Santa Cruz debe ahora levantarse a las cinco de la mañana para no llegar tarde. No piensan las cosas. Esto no se ha visto nunca”. Cree esta hostelera que el Ayuntamiento tendría que haber arreglado el puente durante la pandemia. “Nadie hizo nada. Anaga no es solo Valleseco o Las Teresitas. Nosotros también somos Santa Cruz”.

Dulce María Manrique trabaja en otro de los conocidos restaurantes de Taganana. Asegura que Anaga es “la tercera clase del Ayuntamiento de Santa Cruz”. Cuenta a DIARIO DE AVISOS que tiene a “una persona dependiente en casa” y que si le pasa algo “se me queda en el camino”. Asimismo, que el sábado pasado fue a vacunarse contra la COVID y que tardó dos horas en llegar al Recinto Ferial. Trayecto que, por lo general, tardaría en hacer unos 45 minutos. Dulce explica que el puente lleva mucho tiempo en mal estado y que “no es la primera vez que caen cascotes. Habría que haber hecho un informe hace tiempo. No se puede esperar a último momento”. Es muy contundente a la hora de hablar. Dice que se sienten “vecinos de tercera” y que prefieren “pertenecer a La Laguna que a Santa Cruz, porque Anaga no está en boca del alcalde”.

El de Ramón Pérez es un caso distinto. No tiene coche y no se ve afectado, porque para llegar a Santa Cruz coge dos guaguas, pero entiende “a los vecinos de la zona que ahora tienen que desplazarse por La Laguna y pierden mucho tiempo”. “Esto había que haberlo previsto antes. Las cosas se hacen siempre en el último momento. Nos aíslan a los ciudadanos y a los negocios los hunden”, explica.

Dominga Rodríguez es cocinera en otro restaurante de la zona. Dice que la situación “es horrible. La gente no viene y nosotros no podemos ir a Santa Cruz. Llevo dos días sin salir de aquí porque tengo miedo a la carretera, ya que cuando la bruma está baja no se ve nada”. Explica que el Ayuntamiento “ha tenido tiempo para arreglar el puente y que hace más de un año pusieron semáforos para regular el tráfico, para que este no soportara mucho peso y no se ha hecho nada más”. “Entre la COVID, las piedras que cayeron en Benijo y el puente, nos destrozan. El sábado no vino nadie y el domingo muchos clientes cancelaron las reservas”, indica.

Hugo es francés. Está jubilado, lleva casado 22 años con una tinerfeña y vive frente a la playa. Dice que “es una vergüenza” que los canarios paguen tantos impuestos y que “no obtengan nada”.

José Manuel Padrón es una voz sabia. Tiene 92 años y cuenta que el puente se hizo justo antes de La República. “Antiguamente teníamos que venir por La Laguna y era un trastorno, y eso que antes no estaba bien asfaltada. Que pase esto ahora no se entiende”, manifiesta. Anaga “siempre ha sido el último distrito”, sentencia este vecino nonagenario, que ejemplifica el malestar de los pueblos “olvidados” del macizo.

Noticia publicada originalmente en DIARIO DE AVISOS

Imagen: DIARIO DE AVISOS