Goya Alonso, la alcaldesa de Anaga

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Goya Alonso, la alcaldesa de Anaga

Goya Alonso es uno referentes de la lucha vecinal del Macizo de Anaga, un arte que mamó desde la cuna, no en balde su padre, Ángel Alonso, fue el último alcalde pedáneo de su Afur natal, que sacó a su familia para adelante trabajando en las galerías de agua de Roque Negro antes de irse para la guerra y, al volver, como ganadero y agricultor. Más que mandar, peleaba por sus vecinos, un arte que hizo suyo la séptima de los nueve hijos del matrimonio formado por Ángel y Antonio, a quien todos conocen como Goya Cañona, sobrenombre con el que se conocía a su familia generaciones atrás.

«Muchacho, ¿tú para qué quieres todo eso? Mira que si me pongo escribo el libro de Petete», interpela Goya, que evita el protagonismo, quien asegura que lleva más de cincuenta años entrando al Ayuntamiento de Santa Cruz; primero se inscribió como socia de la asociación de vecinos en 1977 y cinco años después asumió la secretaría del colectivo La Cumbrecilla y hasta la fecha, en la que ya lleva más de un lustro como presidenta. «Ahorita me voy, pero no me dejan», cuenta esta representante en el consejo de la Reserva de la Biosfera de Anaga.

«Afur existe», afirma a la par que se ríe, «y si no coge el abecedario al derecho», para precisar que ella tiene «27 años al revés». Tras cursar sus primeras letras y aprender las cuatro reglas, dejó segundo de EGB y se puso a trabajar cortando cisco en la carretera de La Punta. «Antes de que nos pusiera el agua, cuando hicieron la galería de Roque Negro, teníamos que ir por un barranco con los cacharros, y estuvimos con velas, con las narices ahumadas, hasta que pusieron la luz. Era una vida dura, no había coche y si alguien se ponía malo había que subirlo en camilla; siempre he sido atrevida», cuenta para reconocer entre los grandes logros de su padre el trazado de la carretera de la Casa Forestal, o la conexión del agua y la luz.

Para llegar a trabajar a La Punta, a cortar cisco con un machete, tenía que ir caminando por el Cabecillo del Tejo, «siempre he sido muy trabajadora aunque he tenido poco dinero». También recuerda que en Afur estaba el único teléfono del caserío, en la casa del alcalde pedáneo, desde donde se llamaba cuando había una urgencia, hasta que el entonces alcalde de Santa Cruz, Manuel Hermoso, le regaló una emisora a la zona.

Tanto le marcó su etapa trabajando en la carretera de La Punta que el entonces concejal de Anaga, Ernesto de la Rosa, le prometió que, junto con su esposa, sería el padrino de su boda, y así ocurrió cuando contrajo matrimonio con 28 años. De picar cisco, a trabajar en casas de Santa Cruz cuidando niños a una familia en el barrio de La Salud, también en la Cruz del Señor o Enrique Wolfson, en este último caso con quien fuera director de Radio Juventud, familia con la que todavía mantiene contacto. Por el cambio de temperatura de Las Mercedes a Santa Cruz, su único hijo se ponía malo con dos años de edad, por lo que dejó de trabajar en las casas –cuidando niños y limpiando casas– y se compró un furgón para vender el pescado que adquiría en la Dársena por Anaga, desde las tres de la mañana hasta poco después del mediodía –«nunca he sido de mucha prisa», apostilla con su humor: los viernes, por Afur; los sábados, por Las Carboneras y Taborno, logrando un dinero para completar los ingresos que aportada su esposo, quien primero trabajo en bares, luego en la construcción hasta que se jubiló en Urbaser. «Él es un sufridor en casa», se ríe.

«Debajo del sillón del furgón –yo creo que todavía hoy tengo– llevaba unas bolsas, porque la gente me decía… si tuvieras una bolsa te daba unas papitas… y yo le decía que no se preocuparan, y la sacaba», a la vez que recuerda que «cuando ya tenía el pescado pesado metía la mano y le quitaba una caballa o lo que fuera y le decía al cliente: deja cogerte esta para dársela al niño». Ríe de nuevo.

Junto a Teodoro Martín, de Taborno; Faustino Rojas, de Roque Negro, o Fulgencio Ramos, de Casas de la Cumbre, Goya es de los dirigentes históricos de Anaga. Entre sus satisfacciones, haber conseguido la unión de Afur y Roque Negro, o asfaltar la pista de tierra, o la ambulancia conseguida en 1989 –que se la dio Hermoso y la inauguró García Gómez–, o lograr la contratación de un médico para la zona, y entre los últimos logros equiparar el premio de la tarifa de guagua entre usuarios de Santa Cruz y La Laguna o recuperar una cuadrilla para el mantenimiento de carreteras, y es que Goya es tan pesada en la reivindicación ante los políticos como grande tiene el corazón.

Noticia publicada originalmente en EL DÍA

Imagen: EL DÍA

 

julio 19, 2021|Etiquetas: , , |