«Ahora se escucha con claridad el sonido de la naturaleza. Los animales campan a sus anchas. Hay un movimiento impresionante de aves y ninguna muere atropellada. Anaga está respirando». Son las palabras del jefe de Equipo de la UMEN (Unidad del Medio Natural) del Ayuntamiento de Santa Cruz, José Santana. Mientras vigilan que nadie se salte el confinamiento y ayudan a los vecinos del Parque Rural, intentan encontrar el lado positivo del coronavirus.
Los agentes de la UMEN (Unidad del Medio Natural) del Ayuntamiento de Santa Cruz han sumado a sus labores habituales en el Parque Rural de Anaga las de vigilar que nadie se salte el confinamiento; controlar que este privilegiado espacio del municipio no se convierta en un lugar al que huir; y ayudar a los vecinos que residen en los núcleos rurales a conseguir alimentos y medicamentos. Y a pesar del ajetreo de cada día, los agentes aseguran sentirse unos privilegiados porque están siendo testigos de una Anaga diferente, «tranquila», que «descansa de la presión a la que estaba sometida diariamente», a la que, paradójicamente, el coronavirus «sí está dejando respirar».
«La flora y fauna de Anaga están aprovechando y disfrutando de esta tregua. Estamos viendo un movimiento de aves espectacular, y ninguna muere atropellada, y el resto de los animales pasean tan tranquilos por el Parque Rural. Cuando impartimos educación medioambiental en los colegios y traemos a los niños al sendero de Las Vueltas de Taganana, apenas pueden escuchar los sonidos de la naturaleza, porque siempre interrumpe alguna pita, alguna moto o la guagua pasando. Ahora sí se oyen los sonidos de este paraje natural con total claridad. Anaga también se ha librado del estrés del turismo. Por ejemplo, la Cruz del Carmen sufre habitualmente un auténtico caos de visitantes y coches, que en estos días no existe. Esto nos tiene que hacer reflexionar», comenta el jefe de Equipo de la UMEN, José Santana.
Con respecto a la labor de vigilancia que realizan los agentes forestales de la UMEN, Santana explica que durante las primeras semanas de la declaración del Estado de Alarma «sí tuvimos que identificar a bastantes turistas que, a pesar del confinamiento, se acercaban hasta Anaga para realizar senderismo». Pero, añade, «ahora ya no se ve prácticamente a nadie». En total, los agentes de la UMEN han identificado en este periodo, desde el 14 de marzo, a unas 50 personas. En casi una decena de casos, dichas identificaciones terminaron en denuncias. Una de ellas se interpuso a un ciudadano que se acercó hasta la costa de Anaga «a coger lapas» y también se han levantado actas de inspección en los días de Semana Santa por incumplimientos en materia de acampada.
Asimismo, la UMEN están realizando una labor de información entre los vecinos, «pues muchos tenían la duda de si podían seguir desarrollando la actividad ganadera y agrícola en el Parque Rural». Santana explica que, efectivamente, esta se puede llevar a cabo, «para no abandonar la tierra ni a los animales». «Pero solo se pueden realizar estas actividades de manera individual, no en grupo, y solo se podrá hacer lo imprescindible, como dar de comer a los animales y regar o recoger la cosecha», dice. Comenta que lo que se está intentando evitar es que «se acuda en familia a pasar el fin de semana a Anaga, como se solía hacer».
Otra de las acciones que desarrolla la UMEN durante el estado de alarma consiste en ayudar a los vecinos de la zona y también recaban información sobre su situación para comunicárcela al Ayuntamiento, pues la mayoría son personas mayores. «Estamos llevando comida y tarjetas de alimentos del IMAS (Instituto Municipal de Atención Social)», apunta Santana. Hasta el momento, los agentes de la UMEN han realizado casi una decena de entregas de comida y unas ocho de tarjetas. «Uno de los últimos casos que hemos atendido es una señora mayor de Taganana que no tiene hijos», cuenta Santana.