Apenas 39 alumnos y alumnas comenzarán el curso escolar en los cuatro colegios que aún permanecen abiertos en el Macizo de Anaga: en Roque Negro, Taganana, Igueste de San Andrés (Santa Cruz) y Las Carboneras (La Laguna).
En esta zona la disminución de la natalidad y, en consecuencia, de niños y niñas demandantes de plazas educativas en Anaga, ha ocasionado el cierre, primero de los centros educativos de Afur y Casas de la Cumbre hace ya varios años, y más recientemente de Taborno, Almáciga y Chamorga.
El nuevo curso escolar, que oficialmente comienza el próximo lunes 9 de septiembre regresará a estos cuatro colegios de Roque Negro, Taganana, Igueste y Las Carboneras, últimos centros pertenecientes al Colectivo de Escuelas Rurales de Anaga (CER Anaga).
El centro educativo de Roque Negro recibirá este curso cuatro alumnos/as (curiosamente uno más que el año pasado). Su área de influencia abarca Afur, Catalanes y Casas de la Cumbre. Se trata de una escuela unitaria pura, como las de Las Carboneras e Igueste, es decir, que solo tienen una unidad en la que, llegado el caso, se abarcan los tres niveles de Infantil y hasta sexto de Primaria.
El colegio de Taganana es el único que presenta dos unidades separadas, una para Infantil y primer ciclo de Primaria y otra para el resto de cursos hasta sexto. También es el único centro que cuenta con dos maestros/as. En el resto, el referente es el director o la directora, que hace también las funciones de docente.
A ellos se suman los conocidos como maestros/as itinerantes, que son aquellos especialistas en inglés, francés, educación física y religión, que también están adscritos al CER y que rotan por los distintos centros. «Normalmente van a uno o a dos colegios al día porque la orografía de Anaga no permite llegar a más», precisa María Mamely, directora del colegio de Roque Negro. Junto a la coordinadora, que en este caso es la maestra de música, conforman el equipo pedagógico.
Mamely detalla que durante el curso todas las escuelas comparten actividades como la fiesta de Navidad, Carnaval -rotatorio- y la fiesta de fin de curso, y a ello tratan de añadir todas las salidas que se les presentan. «Estos últimos años hemos tratado de hacer mucho rescate etnográfico, darle bastante valor a lo que son las tradiciones de Anaga», relata la directora de Roque Negro. «Muchas veces, a estos propios niños hay que darles a conocer el valor cultural que tienen alrededor de sus casas», comenta. «Y, desde hace tres años, el plan de formación Trabajamos en Anaga lo estamos enfocando a que los profesores también conozcan Anaga», añade.
En su caso, María Mamely lleva dieciséis años como responsable del colegio de Roque Negro, pero hay otros compañeros que llevan muchos años más. «Aquí hay un profesorado muy comprometido; los que llegamos no nos vamos», subraya.
Al respecto, señala también el «compromiso de toda la comunidad educativa, en la que todos aúnan fuerzas para trabajar. Siempre los tenemos ahí y se nota un respeto hacia el colegio. Eso da ganas de trabajar», reconoce.
Esos esfuerzos contribuyen a la continuidad de estos pequeños colegios, que de estar en otras zonas deberían cerrar por no llegar a la ratio de alumnos establecida. «Desde que estoy aquí han cerrados varios. Y, por mi experiencia, el que cierra no vuelve a abrir», lamenta.
Por eso hace hincapié en el apoyo de las Administraciones, tanto de la Consejería de Educación como del Ayuntamiento de Santa Cruz, para mantener abiertos estos centros educativos, entre otras cosas apoyando el transporte escolar y llevando a ellos las últimas novedades tecnológicas. «Ha habido sensibilidad durante los últimos años», recalca.
En este sentido, María Mamely destaca que estos colegios no solo cumplen con su función educativa, sino que también, fuera del horario lectivo, desempeñan otro papel importante para los caseríos, pues acogen otras actividades como clases de alfabetización para adultos. «Pienso que el colegio es de todos y así he trabajado», asevera.
Noticia originalmente publicada en EL DÍA
Imagen: EL DÍA